domingo, 30 de marzo de 2014

El arte de vivir


No soy profesante de ninguna religión, dogma o nada parecido, soy más bien una mujer liberada en muchos aspectos de mi vida y libre de tantos patrones, etiquetas y condicionamientos propios del sexo débil, aunque esclava de la condición de ser mujer y toda la historia humana y social que conlleva genéticamente serlo.

Siempre el hecho de pertenecer al sexo masculino se ha visto con orgullo, supremacía y poder, como un oficio, y el hecho de pertenecer al sexo femenino se ha visto como un privilegio, una dote y un arte, a pesar de haber sido tan pisoteadas y discriminadas en muchos aspectos humanos y sociales durante la mayor parte de nuestra existencia.

Ese mito o costumbre se lleva al pie de la letra y mientras a los hombres (los poderosos), los educan como tal y no necesitan hacer mucho esfuerzo para respaldar sus atributos, ya que no se sienten agredidos por su género (aunque esto de hecho ha cambiado bastante), a las mujeres nos educan de manera distinta, refinada en el comportamiento, el andar y el hablar, somos el vivo ejemplo de la delicadeza, la belleza y la ternura, aunque no todas seamos ejemplos apropiados, la gran mayoría lo es, nos crían para serlo y si no lo conseguimos puede resultar frustrante no poder ejercer ese arte con todas las de la ley, ya que nosotras sí somos agraviadas, juzgadas y sentenciadas, por nuestro mismo género y por el opuesto si no somos el dechado de virtudes que se espera que seamos.


En la actualidad a pesar de que las cosas han cambiado bastante también para la mujer, y esta ha ocupado otro rol y vencido muchos obstáculos sociales, hoy día es cuando más interés ponen en su figura, belleza, sensualidad y atractivo sexual, aunque parezca contradictorio así es, más que nunca se hace énfasis en eso, en el hecho de ser mujer como un arte.

Tanto el oficio de ser hombre, como el arte de ser mujer, se han convertido en todo un reto, una contienda, una difícil danza de la muerte, donde todo resulta poco y nada es suficiente para entender, sobrellevar y salir airosos en el oficio y el arte de vivir.   

Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente. 

Esta entrada fue publicada en el periodico El Caribe:
http://elcaribe.com.do/2017/09/18/el-arte-de-vivir/

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.

miércoles, 26 de marzo de 2014

La Sabiduría de los años


Dicen que con el tiempo nos volvemos más viejos y más sabios, esto en la mayoría de los casos es así, ya que, a mayor vivencia, mayor experiencia de vida y por ende mayor aprendizaje de esta, aprendemos a asimilar, entender y soltar, es por eso también que con los años somos más independientes de las etiquetas y el qué dirán, o sea, más auténticos y felices.

También con el paso de los años apreciamos mas la vida, los días, la naturaleza y la belleza interior, esa que es el reflejo de nuestra alma, nuestra verdadera esencia espiritual, apreciamos mas a los demás, los aceptamos con mejor actitud y empatía, nos identificamos mejor con ellos y por qué no decirlo, los amamos sin saber por qué, hasta conociéndolos pocos minutos antes. Hay cierto cariño de nosotros hacia los demás, una especie de conexión afectuosa tal vez inexplicable pero emocionalmente entendible y necesaria.
A medida que seguimos viviendo y envejeciendo mas y mas, muchas cosas materiales dejan de tener importancia para nosotros, incluso hasta la alimentación, estamos sumidos en una especie de nube o burbuja espacial, que no conoce del tiempo ni de añoranzas, ni de días o noches, estamos medio absortos del mundo, divisando el sendero a seguir y comenzamos a hacer el viaje de regreso y a deshacernos del equipaje, de la carga de vida que acumulamos, pues a donde vamos no necesitamos llevar nada, mejor dicho no podemos entrar allí, si no nos liberamos antes, lo único que necesitamos es el cumulo de energía pura y diáfana captada con nuestras experiencias vividas.
Aunque normalmente esta mentalidad se adquiere al pasar de los años, existen personas que a corta edad han logrado llegar a este punto en su vida, debido a que han vivido muy rápido, llevan un ritmo muy acelerado y el cumulo de experiencias a su corta edad resulta demasiado para retardar su llegada, estas personas muchas veces son censuradas y vistas con malos ojos, como dicen, pero en este mundo cada quien va a la velocidad que debe ir, pues así como existen ellos, también aparecen los casos contrarios, van tan lentos que una larga vida no les es suficiente para llegar a este punto de partida, ese punto donde la vida deja de ser un sueño y se convierte en esa sabia realidad.  Como dice el dicho, “El final es siempre un nuevo comienzo”.


Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente. 


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viernes, 21 de marzo de 2014

Etapas de la vida

Al leer la Palabra Diaria de ayer, día 20 de marzo, hice la siguiente reflexión y me gustaría compartirla en el blog.

La lectura hablaba sobre las estaciones del año y señalaba que también nuestra vida pasa por estaciones, o sea,  por diferentes cambios según pasamos por la infancia, la  niñez, la adultez y la madurez.

Enseguida pensé, en esas estaciones de mi vida y llegue a la rápida conclusión de que en esta etapa es cuando más consciente estoy de mi, más centrada en que existo por una razón y para un fin determinado y me sentí plenamente identificada. Pero como nunca me quedo con la primera impresión y mis pensamientos vuelan a una velocidad increíble, inmediatamente a esta reflexión le siguió otra para contradecir o refutar a la primera y me dije: lo que sucede es que estoy en el momento presente y por consiguiente tengo más consciencia de él, cuando era niña de seguro estaba consciente de mi niñez y la disfruté, y cuando era …, así que la primera reflexión quedo opacada por la segunda y concluí que por muy conscientes y felices que hayamos sido en el pasado, es solo eso “Pa-sa-do”, el Presente tiene el poder absoluto que da precisamente “La Presencia” (supongo que de ahí el nombre) sobre todo lo demás, ya sea Pasado y Futuro.
Cada momento se graba en la memoria cuando vives con intensidad, consciente de tu existencia, degustando cada minuto, centrado solo en esa etapa. Yo particularmente siento que he perdido tantos recuerdos, pues tengo pocos en mi memoria comparados con los años que he vivido (esperen…, todavía no llego a la última etapa que muestra la imagen). 


Lo que generalmente pasa es que no estamos conscientes de esa grabación y por eso creemos que perdemos tantos momentos en nuestro recuerdo, pero solo es temporalmente, pues se dice que mientras más nos acercamos a la ancianidad, mas recordamos nuestra niñez y nuestras vivencias de antaño.
Finalmente llegue a la conclusión de que es muy probable que haya vivido cada estación de mi vida con intensidad, centrada en ella y estoy segura de que la disfrute en su momento, ya que los recuerdos que guardo, aun no sean muchos, son una especie de condensado de cada etapa y dan fe de que las viví al máximo deseado, y que hice en cada una lo que debí hacer, aunque ahora no me lo parezca, porque han quedado atrás, en el pasado, y el presente obviamente las ha opacado, se ven borrosas y sin brillo, como pasa con todo a través del tiempo. El polvo de la vida se ocupa de empañar y ocultar un poco nuestro pasado, pero estoy segura que si nos esforzamos y hacemos una retrospectiva, encontraremos la mayoría de nuestras vivencias intactas en nuestro recuerdo.
Pero sucede que no es bueno centrarnos en el pasado, por eso tendemos a arrumbarlo en un rincón y olvidarlo, solo acudimos a él cuando necesitamos por alguna razón hurgar en nuestros recuerdos para resolver un problema de estancamiento y poder seguir adelante con nuestra vida y esta es la actitud correcta y la más saludable, hay que soltar y adaptarse a los cambios para realizar y completar nuestro proyecto y propósito de vida a través de sus diferentes etapas, al igual que lo hace la naturaleza en sus diferentes estaciones cada año.   


Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente. 


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miércoles, 19 de marzo de 2014

Adivinanza

Amables lectores, he preparado este juego de palabras a manera de adivinanza y lo quiero compartir con ustedes, a ver qué les parece.


Aquí les va:


“Actúo por impulso pero con sensatez, converso a menudo pero sin decir palabras, escribo en blanco pero me puedes leer, estoy en todas partes pero en ningún lugar, reflexiono a solas pero con todos los que me rodean, no puedo ver pero tengo ojos de águila, deseo la muerte pero amo vivir, se me olvida la respuesta pero juro que me la sé, adivina adivinador quien soy”

Respuesta:  adreuC arucoL aL   

¡Uf!, ya me contagié y lo puse al revés, la respuesta es: La Locura Cuerda
También podría ser “La cuerda locura”


Ustedes escojan la que mejor se adapte a su gusto, yo prefiero la primera, y espero que saboreen un poco de mi locura… ¡Ojala les guste! Y se aloquen un poco también.

Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente. 


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martes, 11 de marzo de 2014

El ping pong de la vida

Muchas veces nuestra vida es como un juego de ping-pong donde somos la pequeña pelota y las decisiones que tomamos vienen a ser las raquetas de juego, que sirven para golpearnos, impulsarnos y colocarnos en buena posición, sacarnos del área de contienda y darnos un respiro o para ayudarnos a hacer anotaciones oportunas y necesarias para ganar un partido más del juego de la vida.



Como somos la pelota debemos actuar como tal, con dignidad, sin deformarnos, ser resistentes al dolor y los golpes pues solo sirven para darnos el impulso que necesitamos para ganar el partido e ir sumando victorias al campeonato en que decidimos participar. Al igual que las pelotas de ping-pong, rebotamos, subimos y bajamos y aunque estas parecen frágiles en realidad no lo son pues son muchos los golpes y reveses que soportan, muchos los partidos que se juegan con ella sin que de muestra de fatiga, tedio o desesperación, así debiéramos de actuar nosotros también.


Cada raquetazo que soportamos es un posible punto aunque no lo llegue a ser, cada rebote es un triunfo pues todavía estamos aptos para el juego y cada anotación es un merecido descanso, un logro más de nuestras aspiraciones. Incluso el sonido acompasado del ping-pong que hace la pelota es musical, rítmico y agradable, así mismo debería ser en nuestro diario vivir, nuestros altibajos deberían ser música para nuestros oídos, acompañados del dinámico tic-tac de los latidos del corazón que nos mantiene vivos librando este gran torneo de aprendizaje que es el ping pong de la vida. 

Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente. 


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miércoles, 5 de marzo de 2014

Peccata minuta

Todos o al menos casi todos sabemos lo que son los anteojos, los binoculares y las lupas y para qué se usan, pero demos un repaso, nunca esta demás.

Anteojos o espejuelos: instrumento óptico formado por dos lentes y un armazón que se coloca sobre la nariz y se apoya en las orejas y sirve para darnos una mejor visión de los objetos cuando nuestra vista falla.


Prismáticos o binoculares: instrumento óptico usado para ampliar la imagen de los objetos distantes observados, poseen un par de tubos y cada tubo contiene una serie de lentes y un prisma, que amplía la imagen para cada ojo. Las lentes encaminan la luz y el prisma corrige la imagen colocándola en la posición correcta, así permiten enfocar la imagen ampliada en nuestros ojos.

Lupa: instrumento óptico que consta de una lente convergente de corta distancia focal, generalmente sujeta a un mango, que desvía la luz incidente de modo que se forma una imagen virtual ampliada del objeto por detrás en línea recta.


Imagino que se estarán preguntando el móvil del tema, pues bien…, vayamos al grano.


¿Alguna vez han tratado de ver por los binoculares colocándolos al revés?, o sea, poniendo la parte grande en nuestros ojos y no la pequeña como debe de ser, si lo han hecho se habrán dado cuenta de que ocurre lo contrario, el objeto se aleja mucho mas de la realidad y la función es acercarlo.
Bueno pues eso pasa con nosotros cuando recibimos alguna crítica, tendemos a analizarnos y enfocar nuestros defectos y errores, primero sin usar los anteojos a sabiendas que estamos cortos de vista, segundo nos ponemos los binoculares al revés para verlo más pequeño aun, y tercero ni pensar remotamente en usar la lupa. En cambio, cuando de analizar y ver con ojo crítico a los demás se trata, en primer lugar nos ponemos anteojos bien cerca para mejor visualización aunque tengamos 20 /20, luego nos colocamos los binoculares de forma correcta para acercar y aumentar lo mas que se pueda el objetivo y por ultimo en la mayoría de las ocasiones nos auxiliamos además de una lupa para obtener la imagen virtual y amplificarla aun mas.
Con razón es que vemos tan fácilmente la paja en el ojo ajeno y somos incapaces de ver la viga en el nuestro, tendemos a tener súper poderes de visibilidad para ver las faltas ajenas y a quedarnos ciegos a la hora de ver las nuestras, por eso lo que es una falta de orden mayor en el prójimo en nosotros es solo peccata minuta.

Me parece que si empezáramos a hacer lo contrario mejoraríamos mucho como seres humanos y nuestras relaciones interpersonales también mejorarían un 100%.  


Usemos espejuelos, binoculares y lupa para autoanalizarnos, y que nos basten nuestros ojos y un corazón amoroso para analizar al prójimo y así sus faltas también sean, peccata minuta.

Harolina Payano. Fluyendo armoniosamente. 

Esta entrada fue publicada en el periódico El Caribe
http://www.elcaribe.com.do/2014/04/15/correo-los-lectores


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