martes, 28 de febrero de 2017

Los sueños ¿Qué son en realidad?

Siempre me he preguntado el por qué de los sueños, cual es su función real, que se esconde detrás de este oficio del alma en el que el cuerpo no puede estar involucrado físicamente activo, si no en reposo total. 

¿Que encierra este sin hacer haciendo, que todos hacemos? A muchos nos inquieta y los recordamos y a otros les pasan desapercibidos pues no recuerdan haberlos tenido, pero según los entendidos y estudiados del fenómeno, todos lo hacemos, incluso desde el vientre materno.

Ya en una entrada anterior titulada “Más allá de los sueños” había hablado de este tema de los sueños, ya que soy una de esas personas que sueña con frecuencia, o mejor dicho, que casi siempre recuerda sus sueños, y siento desde que tengo memoria consciente, cierta curiosidad o atracción por ellos, por descubrir su enigmático hechizo, su razón de ser, o ¿Quizás deba decir, de no ser?


Por esa misma razón, el domingo asistí con mis dos hijas al teatro, a ver la famosa obra de Calderón de la Barca, “La Vida es Sueño”. De más está decirles que me encantó, y que a pesar de haberla leído hace años, incluso tengo en el blog, en la página “Poesías y más” el segundo Soliloquio de Segismundo, del cual me gusta más la siguente estrofa:

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece 
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión, 
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Para mí fue como la primera vez en conocer la obra, ya que la sentí más a fondo. El verla escenificada y apreciarla desde otro estado de madurez interior, me hizo hurgar más en su contenido, definitivamente revelador.

Quiero resaltar el novedoso estilo con el cual se desarrolló la trama, usando un lenguaje verbal y visual moderno, coloquial, incluso jocoso y atrevido en varias ocasiones, con un toque de sabor caribeño y muy dominicano (tanto en la música como en el vestuario), que muchos sin dudar cuestionarían, pero que a mi juicio se hizo con bastante acierto y altura, lo que le imprimió un toque de humor y alegría a una obra de por sí dramática y trascendental, haciendo que el público se integrara y pusiera más atención a los diálogos y monólogos, aumentando así el interés por el contenido y el espectáculo en general.


Por todo lo expresado, extiendo mis felicitaciones a ese talentoso grupo de jóvenes dominicanos que componen el reparto. En mi humilde opinión todos actuaron con naturalidad, dominio escénico y gracia, imprimiéndole una característica muy particular a cada personaje. 

Hago mención especial para Vic (Víctor) Contreras, quien tuvo a su cargo el papel protagónico de Segismundo y a su director y miembro fundador del Teatro Guloya, Claudio Rivera, quien hizo el papel del Rey Basilio, que con mucho esfuerzo y sus innovadores aportes y creatividad artística, están tratando de que en nuestro país el teatro tenga más auge popular y llegue a todos los públicos y estratos sociales, fomentando así un nivel cultural que a gritos necesita el pueblo dominicano. 



“Ya sea que estemos despiertos o que soñemos, hagamos siempre el bien”, con este mensaje ellos despidieron al público, y eso mismo les exhorto a ustedes mis ambles lectores: “Hagamos el bien sin importar si lo que vivimos es fantasía o realidad, porque al final de la jornada, “La Vida es Sueño, y los Sueños, aún no sabemos qué son”.

I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.

martes, 21 de febrero de 2017

Reflexión sobre la felicidad

Amables lectores, les comparto otro fragmento de mi primer libro (todavía inédito), “Monólogos del alma”, es un  libro de reflexiones sobre diferentes tópicos, en esta ocasión el fragmento trata de la felicidad.













¿POR QUÉ SOMOS INFELICES?

Porque no nos conocemos. Debemos conocernos a nosotros primeros, pues si no lo hacemos, no podemos saber lo que queremos, lo que nos gusta, nos satisface y nos hace felices.
Conócete a ti mismo y serás feliz, siempre y cuando te guíes por tus gustos y deseos, no por los de los demás.

La verdad es que nadie puede hacer feliz a nadie, solo tú puedes proveerte tu felicidad, nadie te la puede dar, lo que si puede ocurrir es que alguien te la quite, te la robe, siempre y cuando tu se lo permitas, porque sin tu permiso no podría, porque solo tú tienes el control sobre ella, así es que si la pierdes, si alguien te la quita, tu y solo tú, eres el responsable de ello por permitírselo

Nuestra vida se trata de:
1ero. Conocernos 
2do. Aceptarnos
3ero. Mejorarnos
  
La vida de los demás se trata de:
1ero. Conocerlos
2do. Aceptarlos
3ero. No tratar de mejorarlos


Mejorarse es una tarea propia de cada quién, nadie puede hacerla por nadie ni tratar de imponérsela a nadie, porque solo tú, sabes lo que tienes que mejorar para estar a gusto y conforme contigo mismo.
Conócete, acéptate y si algo no te gusta de ti, trata de mejorarlo y /o cambiarlo hasta que te sientas bien a gusto contigo. 
Esa es la clave de la felicidad, mientras tengas alguna incomodidad contigo, la tendrás con los demás, porque tú te reflejas en los otros aunque no lo creas.

Si cada quién se siente a gusto y en armonía consigo, el universo de seguro estará en armonía para nosotros, no veremos desequilibrio ni desamor, pero si por el contrario uno de nosotros permanece inconforme e incómodo consigo mismo, de seguro lo estará con los demás, se sentirá amargado e infeliz y el universo se convertirá en un caos y en un lugar odioso e inhóspito, y dentro de nuestros corazones solo tendremos desdicha e inconformidad con todo, con todos y con la vida misma. 

No olvidemos que somos parte de un todo, que la alegría de uno le afecta al otro, se transmite como una reacción en cadena y viceversa, la amargura de uno le afecta al otro, se le transmite como una reacción en cadena también, por lo tanto, mientras más seres felices habitemos el planeta, más felicidad habrá en él, es cuestión de promedios, números, realidades o como quieran llamarle.

La cantidad de felicidad del planeta es directamente proporcional al número de seres felices que hay, su unidad de medida podría ser la risa, pero esta no siempre es fiable, no es suficiente, es por eso que es mejor medirla por la cantidad de armonía y equilibrio que existe en él, ya que la risa va y viene, es pasajera, momentánea, y hasta se puede manipular, pero el equilibrio y la armonía no, debe haber una variación mayor de estos, la cual toma mucho tiempo antes de que ocurra el caos, es un parámetro más justo para medirla, y nos sirve para alertarnos y tomar las medidas pertinentes para evitar que ocurra dicho caos.    
Conócete, acéptate, mejórate y complácete a ti mismo sin dañar a los demás, y serás un ser libre y feliz.

I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.

lunes, 13 de febrero de 2017

El cuerpo o vehículo material

Todos los entes existentes, además de la consciencia o fuente de poder y energía que somos, poseemos un espíritu o cuerpo astral, el aura que todo ente energético genera es reflejo o resplandor de ese espíritu, y ese espíritu, se hace visible y presente (se materializa) en este plano dimensional, habitando un cuerpo físico o materia moldeada con forma específica, ya sea mineral, vegetal o animal.



Estos cuerpos físicos tienen fecha de caducidad al igual que toda o casi toda la materia que existe en este plano, unas más prolongadas que otras, pero cada tanto, al cumplir su tiempo de caducidad, se transforman. Para esto en algunos casos se desintegran y pulverizan para adaptar otras formas de existencia con un tipo de energía diferente, y en otros casos, lo hacen sin llegar a convertirse en polvo, solo deben esperar en estado pasivo el tiempo necesario para hacer un cambio y transformación en su estructura interna que repercute en su apariencia. Ejemplo de esto es el gusano que se convierte en mariposa.

También se da el caso en que algunas formas de existencia, dotadas de inteligencia racional y consciencia con cierta libertad y autonomía, se transforman internamente, sin llegar a notarse ningún cambio exterior, solo ameritan de tiempo, el cual varía dependiendo del estado de desarmonía interna que posean, para reestructurarse y adoptar una forma de existencia equilibrada y completamente armoniosa. Un ejemplo de esto son los seres humanos, que tienen la capacidad o Don del pensamiento racional, o sea, de crear ideas, y a través ellas y del pensamiento sincronizado, hacer realidad un entramado de proyectos existenciales, experiencias espirituales y materiales y cualquier cosa que se propongan, por muy descabelladas e irracionales que parezcan. 


Estos pensamientos o ideas, producen ondas de energía que causan sensaciones y emociones que repercuten directamente en el cuerpo físico y en su fecha de caducidad. Por eso, si se nos escapan de control y no se tiene un equilibrio preciso del estado emocional, en armonía con los acontecimientos creados y vividos, esta fecha de caducidad puede verse afectada y podría acelerarse. Esto se debe a ciertos desordenes energéticos que se ocasionan en el cuerpo físico llamados enfermedades; que no son más que los constantes choques emocionales, y los esfuerzos de la consciencia autónoma por equilibrar y mantener el equilibrio entre los dos cuerpos (el físico y el astral).

Muchos de estos pensamientos son causantes de antiguas creencias erróneas que se han transmitido de generación en generación. Esa desarmonía que producen los pensamientos descontrolados, genera emociones desequilibradas, de bajos niveles energéticos, y nuestra consciencia autónoma, sobre ocupada por mantener el equilibrio, pierde esa autonomía y trabaja en estado inconsciente, en automático, para dedicarse a encontrar la raíz de esa desarmonía y de ahí que mermen nuestras energías y el poder creativo.  

Por eso debemos tratar de recordar siempre lo siguiente: “El cuerpo es una caja de resonancia de los pensamientos y las creencias activas”, y estos generan sensaciones y emociones que chocan y rebotan, retumban y resuenan en el interior y el exterior del Ser. Y dependiendo de la forma en que procesemos, asimilemos y les demos permiso de accionar a esos pensamientos y creencias en nuestras vidas y existencia, dependerá el buen estado físico y mental del cuerpo, o sea, su perfecto y armónico funcionamiento.


Cuando estamos armonizados y equilibrados energéticamente hablando, el cuerpo es un ente activo, tiene cierta autonomía para ejercer sus funciones biológicas básicas y para ejercer sus funciones psíquicas primarias. Estas últimas se rigen mayormente por las emociones y son guiadas por la mente y memoria genética, y depuradas por el cuerpo astral.
Cuando no lo estamos, el cuerpo es un ente reactivo, la psiquis se convierte en un resorte, y nos dedicamos a reaccionar bruscamente ante cualquier estímulo, nos descontrolamos y enfadamos, y se generan conflictos internos por quién va a ejercer el control, y es cuando hace su aparición el ego, un ente peligroso que mayormente pone en riesgo de desequilibrio total nuestras energías vitales.  

Si permitimos que el ego controle la situación y se apropie de los niveles energéticos del cuerpo, esto también podría ocasionar la aceleración del tiempo de caducidad del cuerpo, ya que obliga a la consciencia autónoma a sobreactuar, la mantiene en zozobra y constante agonía por conseguir un equilibrio al menos relativo, y esto agota las neuronas del cerebro y por ende colabora con el envejecimiento.  

Pero sin importar si piensan o no los entes existentes, el espíritu o cuerpo astral se conserva, el cuerpo físico, la materia, tiene fecha de caducidad (la del reino animal es la más corta y la del reino mineral la más larga), y al alcanzarla se transforma en otra materia, con otra apariencia y otras vibraciones energéticas… 

Mientras, usemos el cuerpo conscientes de su valor y fragilidad, cuidémoslo... Y sigamos evolucionando.

I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. 

Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.

martes, 7 de febrero de 2017

La existencia y sus complementos

Amables lectores, cuando las palabras y conceptos se agolpan en mi sien produciendo un eco que resuena cada vez con mas fuerza en mi interior, suelo creer que por alguna razón, motivo o circunstancia, debo exteriorizarlos. Tal vez para lanzarlo como un decreto al universo, o para visualizarlo, entenderlo y asimilarlo mejor, y para que otros puedan recibir esas vibraciones y asimilar también esos conceptos como un aprendizaje de vida.

Los siguientes enunciados, se derivan y surgen precisamente de esa resonancia en mi interior. Espero les puedan resonar tanto como a mí, con la finalidad de entender con más claridad, este hermoso entramado evolutivo de vibraciones energéticas, sensaciones, emociones y trasmutaciones que conforman la vida.

A continuación los conceptos reflexivos que surgieron con la ayuda de la guía interior.

La Consciencia Suprema, Divinidad, Dios, Universo, como le deseen llamar, es la esencia misma de lo absoluto, de lo que Es, de todas las energías y cosas materiales e inmateriales que existen y pululan en el infinito, transformándose y transformándolo continua y constantemente, renovándose y renovándolo a cada instante. 
Ella es la Existencia Eterna y la fuente de todo poder y amor, de todo lo que Es / Fue y Será. 

La Consciencia Suprema, Divinidad, Dios, Universo... o Existencia Eterna, es el ente que escribe el guión de la gran obra universal, lo dirige, pone a prueba, evalúa y perfecciona. 


El cielo o firmamento, lo abarca todo, está plagado de astros celestiales, gases y “diminutas” partículas en constante vibración y movimiento. Es el mayor representante de lo absoluto e ilimitado, de lo infinito. Fiel testimonio de lo inmaterial y lo material, de lo armónico y perfecto, de la sincronía del movimiento y la estática…, de la transformación. 

El cielo o firmamento, es el lienzo donde se escribe la gran obra universal creada por la Existencia. 

La luz y la oscuridad, presencia y ausencia, óptimos representantes de la dualidad material. Los primeros indicios de lo real y lo imaginario, de la certidumbre y las dudas. También son muestra de respeto y consideración, cada uno se mantiene alejado del otro, guardando distancias necesarias e imprescindibles para la trasmutación. 

La luz y la oscuridad, son los instrumentos que preparan el escenario para la ejecución de la gran obra universal.  

La vida, es el conjunto de todas vibraciones armónicas que respiran, se expanden y se contraen, que emergen y evolucionan, que crean, que destruyen y se transforman. Es el corazón de la existencia, su latir y sentir.

La vida, es el guión, el contenido, el mayor y el mejor componente representativo de la gran obra universal.


La Tierra, conocida como el planeta azul, un diminuto astro celestial, un privilegiado paraíso que sirve de laboratorio de ensayo para conocer y desarrollar al máximo los más increíbles experimentos existenciales y descubrir nuevas formas de existencia, de desarrollo evolutivo, y de vibraciones que mayormente se conocen como emociones. 

La Tierra, es el pequeño escenario que tiene a su cargo un importante episodio de la gran obra universal. 

El agua, primer habitante de la Tierra y el perfecto ejemplo del libre albedrío y fluir de la materia, representante de la verdadera libertad y fuerza interior de la vida. Posee ciertas facultades mágicas y llenas de misterio, de poder. El ejecutante de la más hermosa y vital danza que sustenta la vida en la Tierra.

El agua, es el inquieto director del episodio de la gran obra universal que se desarrolla en la Tierra.  


Las rocas, montañas, volcanes, suelos, subsuelos, los minerales, los vegetales..., son la mayor muestra de diversidad de la Existencia, y la personificación del poder controlado y desmesurado, humilde y paciente, noble, equilibrado (contenido y desbordado) de la Consciencia Superior. 
Componen la materia prima del planeta Tierra, son sus raíces ancestrales y los verdaderos maestros de la evolución existencial.

Las rocas, montañas, volcanes, suelos, subsuelos, los minerales, los vegetales..., son la mayor parte del elenco, los actores primarios, secundarios y los de relleno, del episodio de la gran obra universal que se desarrolla en la Tierra.  

Los animales, son parte de la esencia misma de la Existencia. Componen una plataforma muy importante de lo que debe experimentar la Consciencia Superior en cada proceso de evolución y transformación. 

Los animales, son actores y al mismo tiempo, sus espíritus son espectadores de la gran obra universal.  

Los árboles, los mayores representantes del reino vegetal, se conectan todos entre sí, ya sea por sus raíces adentradas en el subsuelo, a través del viento con el canto de sus ramas y hojas, por medio de la polinización de sus flores, o mediante las vibraciones que emiten a través del espíritu que los habita. 
Se ven tan imponentes y señoriales, siempre impasibles, vigilantes y atentos a darnos vida, ya sea a través del oxigeno que producen purificando el ambiente, de atraer agua a la tierra y de producir alimentos, curación, cobijo, sombra y protección, entre otras cosas.  

Los árboles, son los espectadores por excelencia, los encargados de almacenar la historia del surgir de la vida animal y la humana y su evolución en el episodio de la gran obra universal que se desarrolla en la Tierra.  


La humanidad, es parte del reino animal, por lo tanto de la esencia misma de la Existencia, pero con otro ingrediente, raciocinio y discernimiento y un vasto poder sobre todo lo demás que habita en la Tierra. 
Va mas allá de la simple investigación de lo que debe experimentar la Consciencia Superior en cada proceso de evolución y transformación, debe registrar guardar y modificar esas experiencias y extraer sabias conclusiones y aprendizajes que sirvan para reforzar y reafirmar el poder de la Consciencia Superior y su esencia. Los humanos son los aprendices de la Existencia.

La humanidad, es la protagonista, el más cotizado y esforzado complemento de la obra universal. 


La eternidad, es el ciclo vital de la permanencia. Es la pertenencia y la esencia, el aliento o halito de la vida, de la transformación. La manifestación de lo divino, lo etéreo, lo sutil… El testigo silente de la inevitable involución y el retorno al origen. 

La eternidad, es el inmenso escenario donde se desarrolla la gran obra universal creada por la Existencia.


I. Harolina Payano T. Fluyendo armoniosamente. Pedimos excusas si alguna imagen usada tiene derecho de autor, al avisarnos la retiraremos.